Lo que ahora es y ya no será

Truth & Secrets

En un sereno vecindario de Boston, se alzaba una residencia de ladrillos rojos y amplios ventanales que albergaba a los Dursley, una familia de prestigio y renombre. Michael Dursley, distinguido profesor de filosofía en Harvard, compartía una vida feliz junto a Sophia, una destacada abogada que, abandonando su carrera, se dedicaba por completo al cuidado de su esposo y de su hija adoptiva, Sloane. A simple vista, conformaban el arquetipo de la familia americana ideal, pero tras las puertas cerradas, su realidad distaba mucho de ser perfecta.

Michael, quien detrás de su fachada extrovertida y encantadora, escondía una actitud violenta y narcisista que solo la sacaba a relucir nada más y nada menos en el interior de aquellas paredes elegantes y llenas de diplomas. En cambio Sophia, con una actitud sumisa y preocupada por el que dirán, se aferraba desesperadamente a él a pesar del sufrimiento que le infligía, esperando que algún día la imagen ficticia de una familia perfecta se convirtiera en realidad.

Sloane recuerda perfectamente el día en el que descubrió la naturaleza de Michael, ella había llegado del colegio y fue ahí cuando vio a este a punto de dar una cachetada a Sophia. Su instinto la llevó a intervenir, pero lejos de detener la agresión, solo consiguió enfurecer aún más al profesor, quien acabó descargando su ira sobre ella. Todo ante la pasiva mirada de Sophia, quien prefería mantenerse a un costado para evitar su parecer, empeorar las cosas.

— Para que aprendas a no entrometerte. — respondió luego de dejarla en el suelo adolorida, mientras se acercaba su madre adoptiva para llevarla a su habitación.

Tras aquel episodio, el mundo de Sloane se había vuelto un infierno. Michael ya no se molestaba en ocultar su verdadero ser, encontrando en la joven bruja un nuevo blanco para su furia.

Cuando la joven descubrió que era bruja y le llegó su carta de aceptación para asistir a Ilvermorny, fue uno de los pocos sucesos que no enojó al patriarca de aquella familia, este se encontraba extasiado y emocionado porque sentía que el talento de la bruja podía ser usado a su favor, pero cuando se enteró que contrario a lo que él creía, el mundo mágico se encontraba lleno de leyes y reglas, la emoción se convirtió en rabia y el orgullo a repulsión.

Tras varios años, se vió cansada de vivir bajo el mismo techo que aquel ser humano despreciable. Y es que todos los días se encontraba atrapada en aquel desagradable torbellino de gritos y golpes de aquel hombre, y si bien intentaba trataba de deslindarse de los mismos mencionando mentalmente que no era como ellos o incluso poniendo a todo volumen su walkman en un intento de desaparecer, ni siquiera el ser más fuerte podría soportar años de tanta violencia.

Y es que se encontró así misma preguntándose del por qué sus padres biológicos la habían abandonado en aquel lugar. ¿Cómo podían haberla dejado con la peor clase de muggles que existen? ¿Qué había llevado a dejar a su hija en un mundo muggle, lejos del mundo mágico? La pregunta resonaba en su mente, pero las respuestas parecían esquivas. ¿Habían sido incapaces de cuidar de ella? ¿O habían tenido razones más oscuras para dejarla atrás?

La incertidumbre y el hartazgo la envolvían como una neblina, pero también despertaban en ella un anhelo profundo por conocer la verdad sobre sus orígenes. ¿Qué tipo de vida habría tenido si hubiera crecido con ellos?¿Habría sido feliz?

Sloane, ese día se prometió a sí misma que encontraría respuestas. Estaba decidida a descubrir la verdad sobre su pasado y su origen, sea cual sea.

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Esa misma mañana la menor se había impuesto como tarea buscar cualquier cosa que le de un indicio de sus padres biológicos, por lo que al primer lugar que fue a buscar fue al ático, recordó en uno de esos momentos en los que estaba tratando de escapar de los gritos de Michael en aquel lugar, había visto un par de cajas con su nombre por lo que no dudó en iniciar por allí. No perdía nada, además no sabía por dónde iniciar.

Mientras exploraba entre cajas y baúles antiguos, finalmente encontró aquella que contaba con su nombre a un lado, por lo comenzó a buscar en el interior de esta cualquier cosa que pudiese darle algo con que iniciar, por lo que sus dedos terminaron encontrándose con un cofre de madera tallada adornado con filigranas doradas que brillaban tímidamente a la luz filtrada por una ventana entreabierta.

Con una curiosidad palpable, Sloane levantó la tapa y en el interior reposaba un collar del cuál colgaba un anillo exquisitamente trabajado, este era decorado por dos pequeñas gemas de alejandrita que se entrelazan de manera armoniosa y parecían cobrar vida con cada destello de luz. La azabache apenas podía apartar la mirada de aquella joya.

Al observar con más detenimiento el anillo. ¿Qué era aquello? ¿Quién lo había llevado antes? Su mente comenzó a llenarse de preguntas, pero también de emoción. El descubrimiento de aquel anillo encendió una chispa de esperanza en ella. ¿Podría ser aquella joya la clave para desentrañar el misterio de su verdadero origen? ¿Podría llevarla hasta sus padres biológicos?

— ¿Sloane? — la voz de Sophia la había quitado de su trance, por lo que rápidamente guardó todo de nuevo en la caja, exceptuando por el collar el cuál guardó en su bolsillo.

— ¡Ya voy!

Respondió y rápidamente salió de aquel lugar, armada con el collar como su única pista, pero suficiente para poder iniciar su búsqueda.

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Con el anillo guardado como su única pista tangible, la joven bruja se sintió impulsada a desentrañar el misterio que rodeaba su origen y fue a partir de ahí cuando se comenzó a sumergir en los pasillos de Ilvermorny, donde durante sus horas libres se dedicaba a buscar cualquier información que pudiera brindarle el significado de aquella joya.

Exploró las polvorientas estanterías de la biblioteca, escudriñando pergaminos y libros de historia, anuarios e incluso leyendas. La azabache se sumergió en un océano de información en busca de cualquier indicio que pudiera revelar el origen de aquella joya y, por ende, su propia identidad.

A medida que avanzaban los días y meses, se dio cuenta de lo escurridizo que resultaba el rastro que buscaba. La desesperación e impaciencia comenzaron a afectar en su ánimo ya que las respuestas parecían esquivarla, como sombras que se desvanecían ante su mirada.

Desalentada pero aun con pequeñas gotas de determinación, siguió con su búsqueda y fue ahí cuando en su décimo recorrido por la biblioteca, en unos estantes al fondo de una sección olvidada de la biblioteca se tropezó con un antiguo tomo polvoriento. Intrigada, sopló el polvo que cubría la cubierta y se dio cuenta rápidamente que no se trataba de un libro, si no un diario. No tardó en curiosear su interior.

Las antiguas entradas, que databan de hace décadas, emanaban una elegancia y precisión en su escritura, detallando las vivencias de Julius, un exalumno de Ilvermorny apasionado por las criaturas mágicas. Aunque al principio no percibía su relevancia para su búsqueda, Sloane se encontró cautivada por los relatos que Julius había plasmado en esas páginas amarillentas. Fue entonces cuando, después de meses de perseverancia en su investigación, descubrió un boceto de una joya similar a la que había encontrado en su ático. La sorpresa y la intriga la embargaron: ¿Acaso esa era la misma joya que ella poseía? ¿Cómo era posible que encontrara esa información justo cuando estaba a punto de darse por vencida? Con un atisbo de esperanza revitalizado, se sumergió aún más en las páginas del diario, donde cada entrada iba acompañada por bocetos detallados que añadían una capa adicional de misterio y fascinación a sus descubrimientos.


Aquella pizca de esperanza le bastó para ser impulsada por una determinación inquebrantable, así que armada con un nombre y un curso, comenzó a sumergirse en los polvorientos anuarios del colegio, escudriñando cada página en busca de pistas que pudieran revelar la verdad. Fue entonces cuando se encontró con una fotografía que cambiaría todo: Julius y Eddard Goldstein, estudiantes de intercambio. Con manos temblorosas, examinó cada detalle de la imagen.

— Goldstein… — dijo en un susurro apenas audible. Finalmente, después de meses de búsqueda incansable, veía una luz en el horizonte.

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and in the middle
of my chaos
there was you