₊˚. ༄ ˚La vie derrière les rideaux┊O.S/N.P ༑ ࿐ ྂ。

Ningún lugar en la vida es más triste que una cama vacía.

Normalmente sería una típica historia de un resumen de la autobiografía de alguien, en el fondo, es el inicio de un resumen de cómo dos personas distintas se conocen. Quizás un plan “cupido” de un simple hombre en una taberna del Caldero Chorreante.

¿Quién sabe, no?

13 de febrero, 2000.

Sus pies dejan resonar el ruido por toda la calle de Londres mientras tira de aquella maleta dorada notoria a cualquier vista, sus rizos extremadamente largos vuelan a cualquier parte debido al clima del momento y sonríe al ver que llegó a Londres.

Observa su mapa con interés pero intenta entender, no se le dificulta el idioma, agradece su fiel crianza con sus tías estadounidenses pese a ser nacionalizada en Francia. Así que intenta comprender como llegar al Caldero Chorreante, y quizás su primer impresión le ganó más de lo normal, nota lo rústico que es pero aún así toma confianza al sentarse en un taburete cerca de donde sirven las bebidas.

Siente las miradas con obviedad, sus orejas pálidas se colorean de tonos rojizos por la vergüenza, pero pide una taza de chocolate extremadamente dulce y comienza a hablar con el hombre mayor que parece cuidar el lugar. Además de ver jóvenes como mesoneros, le da gracia pero no dice nada.

No tardó mucho, cuando un par de esmeraldas atraviesan su persona y nota aquél aroma, reconoce mejor que nadie el perfume costoso de un Sangre pura, sus iris cristalianos viajan al llegado pese a planear ignorarlo y lo mira. Nunca pensó que conocería aquél día a Niklaus Peverell en su primer día en Londres. Si se supiera que su primer reacción fue ver a un intento de Crup llamar su atención se reiría.

Comprende el intento de coqueteo del rubio apuesto, él intenta obtener su nombre pero ella no lo permite. Lo último que supo ese día fue el aroma a menta que traía aquél tonto descarado.

23 de mayo, 2000.

Los meses vuelan y con ello, la búsqueda del hogar aunque fuera provisorio. Aprende que existen “cuartos” o las famosas “suites”, un estado de vida básico de un adulto normal en Londres intentado sobresalir a la vida de adulto. Así que vuelve al Caldero y busca información.

Quizás debió dudar cuando vio la mirada cálida de aquél hombre mayor, que con el paso de semanas supo que se llama Victorino Snyde, parecía una referencia a lo que supo del cuento de Pinocho, para la Francesa el mayor era como ver a Gepetto. La bondad de aquél adulto le animaba normalmente y siempre venía por una taza de té.

Solo que su charla ese día de Mayo desvió, el tema de vivienda le importaba mientras presentaba sus papeles a San Mungo.

Pero él ofreció un trato, “compartir” una suite con un joven muy amable y de “buena familia”. La rubia nunca notó la mirada brillante de aquél hombre mayor como si un plan comenzará, ella aceptó sin dudar y preparó todo.

Quizás si la rubia hubiera sido más atenta, notaría que Victorino quería algo más, la noticia llamativa de los Peverell era clave, más cuando supo que uno de ellos buscaba “hogar”. Para él, comparar a Salazar como una luz al lado de la Oscuridad que podría ser Peverell era una combinación ideal.

1 de agosto, 2000.

Aquél día, era el mejor día de su vida como el día de Mudanza, solo que perdió su comprobante que alquilaba la suite, ella podría ser calmada como su hermana mayor, Sylvie pero estaba como un erumpent al ver que él la tenía.

Era agua y aceite por completo, él la molestaba con la más mínima cosa y ella respondía con palabras filosas que eran quizás lo más llamativo de los magos del caldero Chorreante ver al par pelear. Victorino había comenzado las apuestas de cuando terminarían saliendo o peleando a punta de hechizos.

A las 17 horas, estaban los dos terminando de realizar de forma oficial el registro de Suite y mirándose mal luego de una hora de insultos. No fueron los segundos largos cuando subieron llevando cada uno sus cosas. Sino el cómo Oceanne estableció quién tomaría el cuarto.

Ese día, el chico supo su nombre completo y la molestaba en lo que arrastraban cajas, ella limpiaba la suite con implementos básicos de un muggle y él esperaba cómodo en un sofá. Quizás ahí comenzó a llamarla “elfo” o simplemente ella le pellizco tan fuerte que lo hizo ayudar a las malas a limpiar ventanas.

El final de organizar, solo se válido con una simple pizza entre ambos sin polvo en cada lado, él la mira como un cazador y ella se siente la presa pero fue el primer día sin pelea oficial.

12 de noviembre, 2000.

Oceanne termina de ponerse su uniforme de San Mungo, han pasado varios meses en la convivencia del caos y la suite está completamente decorada con la personalidad de ambos mezclada. El baño era la pelea principal, está mirándose al espejo mientras a su lado el rubio se ve ocupado arreglándose para ir a trabajar igual.

Es un día de silencio para ambos, ella sigue algo dormida así que no nota cuando él le pasa su peine rosado y siguen arreglando, hasta que comienza a perfumarse, Oceanne lo mira fatal. Pero terminaron despidiéndose con palabras secas y en la mesa de café de la sala de estar, ambos tenían una caja de cereales muggle.

Una nueva costumbre se había desarrollado, estaban obligados a comer a las mañanas en silencio en el sofá oscuro a petición del rubio, mientras él hace burlas de su uniforme y ella le dice que parece lamido por una vaca por su peinado.

08 de mayo, 2001.

Ellos cumplen el año viviendo juntos, existe una rutina mezclada de malas palabras con roces inquietantes. Hace un año, Victorino Snyde los había unido con una trampa de suite, él recauda de sus apuestas el como conviven y es una costumbre para varios clientes venir a ver a la pareja pelear cuando están comiendo juntos en el caldero.

Si, nadie espero verlos juntos con otra actividad pero siempre había gente que miraba mal al rubio, los rumores corren con la situación que aún atraviesa Londres. Oceanne ignora los malos comentarios y ella no juzga al rubio solo por algo que él no hizo. Quizás fue ese día cuando se fueron juntos de compras, que tomó por primera vez su mano.

Se sabe que él comienza su juego, ama tomarla del mentón y lo hace observar, pero ella le “asqueaba”, ahora es una costumbre de ambos mientras son solo compañeros de cuarto. Normalmente los fines de semana salen, este martes ocho de mayo tienen día libre.

Oceanne va de la mano de él por Londres Muggle, ella sabe que él odia eso, Él sabe que ella hace de todo para alejarlo pero el agarre de ambos no se soltó nunca. Ella siempre lo lleva a ver tiendas, a veces entran y miran ropa, otros días él pese al asco de ser algo muggle le ayuda a elegir. Otros días, ella indirectamente le compra algo a él, sabe sus gustos elegantes y quizás por eso comenzó a buscar un perfume para él.

Ese día vuelven a la suite con bolsas básicas, organizan la suite (en realidad, Oceanne es la que limpia y él le lee la correspondencia). Ella le avisa que le escribirá a sus tías y a su prima, ese fue el primer día que ella contó algo suyo, él quizás lo recuerda, quizás no.

La convivencia de un año se vuelve casi como un contrato, ella aprende como es él y le da asco, aprende que es demasiado coqueto y lo odia. Sabe que él intenta conocerla pero no lo permite, no cuando él le pide definir cosas de su “casa”.

Oceanne culpa a Niklaus, ella solo iba de pasada a Londres para buscar una vida nueva, él le hace sentir que tiene un lugar y aceptó luego de un año que la suite era su casa. No se sorprende cuando le dice que quiere un gato, ella comienza a aceptar que ambos deben hablar cuando quieren algo.

Ese año, se volvió a adaptar y le dolió, ella quiere un amigo y él solo la ve a veces como nada, quizás no es Francia, Oceanne lo sabe cuando se supone que se fue de su verdadero hogar por un corazón roto.

Por eso se niega por completo caer en las redes de Peverell, pero es un problema simple oculto como la punta de un iceberg, evitó por un año que el sangre pura viera la cantidad de cicatrices que su cuerpo oculta. Las marcas de grilletes se esconden en sus pulseras de oro. Entonces, le mandó una carta a Sylvie Salazar, ella le avisó a su prima “hermana mayor”, que está en Londres.

knife? Are you flirting with me?

Un nuevo año vuelve, el dúo explosivo del caldero chorreante siguen viviendo juntos, pero quizás, por fin son amigos, quizás no. Las peleas siguen como de costumbre, pero ambos siguen unidos, es irónico por personalidades distintas, quizás eso no lo pensó ella, pero algo detiene la convivencia.

27 de mayo, 2001.

Termina de colocarse los tacones de aguja y el vestido de seda abraza con cuidado sus curvas, está ocupada en el espejo arreglando los rizos dorados que caen por su espalda hasta la cintura y mira la hora. Se arreglaba por qué iría a cenar con su compañero de cuarto, pero se veía demasiado arreglada o exageró.

Toma una túnica para arropar su cuerpo y pasa una mano por su cara evitando que su maquillaje se corra, en ese espejo que posa en su pequeño cuarto, hay una foto de su difunta madre y sabe que es igual a ella. Piensa a veces si ella y su padre la dejarían haber vivido con alguien.

Pero mientras se inclina al espejo para pasar el pintalabios, sus iris ven cuidadosamente sus muñecas, y eso la hace detenerse para pensar, ¿Niklaus la odiaría si supiera que duró cinco años en un orfanato muggle de bélgica? Ella podría ser sangre pura pero su corazón le impide odiar a los muggles pese al maltrato.

Se concentra entonces en su actualidad y termina de arreglarse, sus ojos corren sin vergüenza alguna al rubio que le da la espalda mientras arregla su traje, se sonroja pero cuando ve que la observa por un espejo lo evita.

Se siente rara a veces cuando no lleva su uniforme de trabajo, pero mientras salen por la puerta, se deja rozar por aquél par de dedos sobre su propio mentón, siente que la escanea y cuando lo ve más cerca, lo aparta como un gato arisco.

Le recordó desde ese momento hasta unas ocho veces más, que no era una cita.

04 de junio, 2001.

La primavera golpea la ventana ese día, es viernes así que ambos están en la suite buscando el fresco, ella está con una camisa de él robada bajo la excusa de falta de ropa y en bragas. Él está vestido con simple ropa de casa y aún así, se ve formal en la silla mientras lee el periodico.

Ella lo mira segundos más, hasta que el correo interrumpe la ventana, su prima Sylvie le cuenta sucesos y ve que sus tías le mandan saludos. Así que les responde pero al hacerlo se sienta al lado de él en esa mesa y sus orejas delatan que está nerviosa, el rojo carmín está ahí.

El par de esmeraldas la miran sin descaro pero ella sigue en lo suyo, termina la carta y la manda entonces, solo que por un rato conecta miradas con él, pero ella nota que esos ojos no la estaban mirando de mala forma. Están entre su rostro y ver en una cicatriz, al lado de su tatuaje mágico dónde casualmente eran trazados formando un dragón y lo sabe, ella lo ignoró luego de eso.

Esa misma noche, mientras se duchaba se talla enojada su brazo, le dio verguenza que la viera raro.

02 de septiembre, 2001.

Bufea mientras llega a su hogar, está molesta por qué Niklaus la acusara por la revista de corazón de bruja, ella no habla con chicos y es algo obvio. Pero él busca cómo molestarla, en esa charla en Hogsmeade piensa corregirlo, ¿pero no quedaría mal admitir que solo le habla a él?

Aún recuerda a las enfermeras señalarla pero igual le dejan ver el motivo, se avergüenza pero los cumplidos llegan. Es triste, le parece triste pensar que su corazón en esos temas es frío y por eso desvía todo.

Se tira a su cama con fuerza cuando está en la suite, le da vueltas esa noche y aún cuando lo escucha llegar tarde, quizás ese día por eso en puntillas abrió la puerta de su cuarto y lo miró tímida, él traía aquél aroma a whisky. Sus miradas se conectaron, ella sigue usando la camisa robada de él que apenas le cubre.

Los segundos se sienten eternos, fue una competencia de miradas de menos de dos minutos ahí ambos, pero cada uno vuelve a su cuarto y no hablan hasta el próximo día.

Bajan juntos a desayunar, Niklaus saluda ya a Victorino y Oceanne le pasa como de costumbre cumplidos por su elegante uniforme. El abuelo conversa con ambos y a vista de todos, les deja un cuenco a cada uno con cereales, aunque para el chico viene una taza de café.

No era misterio para nadie, que ambos jóvenes eran ya conocidos por esa rutina, por eso cuando pasan los jubilados del ministerio a por una taza de café, les saludan y comienzan las apuestas del día. Las apuestas de cuando saldrían habían aumentado, más cuando las jubiladas de San Mungo afirmaban que demoran, pero el jubilado de Gringotts lo niega, él afirma que pronto.

Obviamente, todo sin que el par escuche, los miran de lejos y les da gracia como pelean por lo que parece ser una simple cuchara. Que triste que no sabrían que pasaría luego.

11 de septiembre, 2001..

Los anuncios salen disparados por todos lados, Oceanne estaba terminando de investigar cómo cuidar monos y un vampicielago, ella termina de pelarles como de costumbre bananas con forma de estrella pero los consiente mientras están en el salón. Los monos llevan bufandas por el frío, en el fondo cada bufanda es de un color distinto que la representan a ella y a Niklaus.

El vampicielago mientras tanto, parece ocupado con una banana de peluche, ella se aseguró de hacerlo sentir en casa. Por eso ahora había una maceta grande al lado de la ventana y un “intento” de cama voladora.

Pero las cartas y el correo llegan, Oceanne no duda en ir a ver que pasa en el ministerio, que pena que mientras deja a las criaturas sabiendo que luego procedía baño para cada uno sería la última vez.

Son horas, horas que son pocas pero está en Estados Unidos, respira con fuerza cuando piensa todo, ella intenta ayudar pero el miedo le picotea la nuca. En el fondo, se preocupa ahora por Niklaus y lo buscó con la mirada, se alivió cuando no lo vio en el caos pero se decepcionó cuando supo que lo dejó.

A veces en su estancia en Estados Unidos, siente la necesidad de ir por su prima, le quiere avisar que tiene un hogar y que la esperan, pero le da vergüenza. Pensó que volvería pronto pero los días se convirtieron en semanas, semanas en meses y de ahí, daba lo suficiente.

En el fondo, ella espera que Niklaus esté bien, a las noches en el campamento de provisión, quiere levantarse e irlo a buscar, extraña pelearle. Por eso quizás manda cartas, en realidad le manda todos los días una carta de que se cuide, pero nunca está cuando llega la respuesta.
En una actualización para los apostadores jubilados, todos siempre miran el par de sillas vacías y a Victorino esperar al dúo, las alarmas llegaban pero ninguno tenía información de la rubia. Y las miradas se volvieron toscas, al ver al rubio coquetear con varias brujas.

Pero Victorino le daba gracia, silenciosamente era un clarividente completamente oculto con dicha habilidad pero usaba para un bien, pocos saben pero aquél mago tiende a unir parejas y de ahí, las famosas apuestas para los jubilados cuando viene una nueva pareja de cuando detalla sin querer posibles futuros en varios jóvenes.

Solo esperaba que con la separación de dos personas acostumbradas a ser indirectamente su refugio, les diera capacidad de darse cuenta. Eso piensa mientras le deja una taza de café al rubio y aunque no coma, un cupcake de chocolate. Es obvio que Oceanne les hacía falta a ambos, pero esas cosas no se admiten.