✶•. 𝑚𝑒𝑡𝑎𝑚𝑜𝑟𝑝𝘩𝑜𝑠𝑖𝑠: adeline's journal.

18 DE AGOSTO DE 1999, GODRIC'S HOLLOW.

Una quietud se apodera de la casa, interrumpida por las diminutas partículas de polvo atrapadas por los rayos del sol matutino que entraban por la ventana de la cocina.

Rowan suspira y devuelve la cuchara a los restos de leche de su cuenco con un tintineo. Se levanta del único taburete de la barra y escudriña las etiquetas de las cajas que formaban un laberinto desordenado en el apartamento. Libros, utensilios de cocina, obras de arte, armas...

Adeline rebusca en la caja marcada como "electrónica", entre la maraña de cables variados, en busca de un CD errante que cortara el silencio. Tal vez hoy encontrarían los medios para terminar de montar su habitación, para ordenar las cajas de "artsy shit" que sabían que estaban terrible y apresuradamente empaquetadas. Había una especie de nerviosismo que sentían de repente y por primera vez, completamente solas en un espacio que estaba inequívocamente marcado como "nuestro".

No había sido el primer beso, ni la primera vez que Adeline le había pedido que la tocara, ni siquiera cuando decidieron que querían hacerlo oficial: ése era el momento en el que de repente se sentían invadidas por los nervios, solas en el apartamento, con la certeza de que separarse de la otra sería una tarea monumental, aunque nunca quisieran hacerlo.

“¿De verdad nos estamos mudando juntas?” Rowan cuestiona, una sonrisa gradual desdibujándose en sus labios conforme deja su bowl a un lado para hincarse a un lado de Adeline, posicionando su mano sobre la espalda de la coreana.

“En realidad estamos preparando una pijamada, cariño”, Schnitzler bromea, dándole una suave palmadita en la pierna antes de indicarle, con su índice, que se encargase de la caja de las vajillas. “Coloca esa sobre la mesada”

Rowan lo hizo sin rechistar, dedicándose primorosamente a rellenar las estanterías de la cocina, y Adeline no pudo evitar sonreír ante el escenario. Se pellizca el brazo; si todo es un sueño se desvanecerá, pero no ocurre y eso la llena de la felicidad más plena.

Sale de su distracción, enfocándose en la siguiente caja rebosante de libros de ambas. La pila de Rowan consistía de cómics y paquines de sus superhéroes favoritos, mientras que la de Adeline contenía literatura gótica y manuales de medicina que había recolectado con el pasar de los años. Sin embargo, un gran cuaderno de cuero que no coincide con ninguno de los gustos polarmente opuestos de la pareja destaca para Schnitzler, la cual lo toma entre manos y abre la primera página.

Para Rowan.
Con amor, mamá.


La sonrisa de Adeline solo se amplía y continúa pasando las páginas. Mapas, recopilatorios de información, direcciones de personas que no conocía… Parecía ser una gran enciclopedia de conocimientos de la matriarca Collier, cuidadosamente preparada para su única hija.

Empero, una palabra destaca para Schnitzler, evitando que siga recorriendo el contenido del diario. “Animagia”, pronuncia en voz baja.

Un tema que siempre había sido de su interés, al menos en sus años como estudiante de Hogwarts. Nunca había ahondado más allá de las páginas de su temario, tal vez por las inseguridades que solían carcomerla durante esa época. No se sentía capaz de hacer mucho. Sin embargo, ahora estaba en una fase distinta de su vida, misma razón por la cual continuó con su lectura de las páginas. Estaba segura de que se trataba del destino tejiendo su red.

14 de abril, 1975.

Rowie acaba de cumplir su primer año de vida, y creo que al fin es el momento perfecto para llevar a cabo la transformación de una vez por todas. La poción está guardada en un lugar seguro, donde nadie que no sea yo podrá alcanzarla, o alcanzarnos.

Meses, años, de investigación se resumen a este momento… y no puedo creer que al fin se encuentre al alcance de mis manos.
Esto es revolucionario, y si todo sale a la perfección será beneficioso para Scarlet Moths. Podremos incrementar nuestro alcance y cuidar aún más de las nuestras. Podremos cumplir con nuestra misión.


Adeline continúa leyendo, pero esta vez se le une su pareja, en silencio y con una sonrisa nostálgica en su rostro. Página tras página, las entradas de Carina iban evidenciando el avance que la mujer había tenido con respecto a su habilidad, hasta que… alcanzó una hoja en blanco, y la hoja que le seguía a esa también. No había más entradas.

“Era hermosa”, pronuncia su pareja con la voz quebradiza, tomando asiento sobre el suelo a un lado de Adeline. “La pantera, mi madre… eran hermosas”.

La coreana guarda su silencio; sin embargo, su mano se posiciona a la altura de la mejilla de Collier, y con el pulgar acaricia su tersa piel. A su nostalgia se arraigaba.

“Vi el brillo en tus ojos, Rose. Mientras leías.”

Una pausa de apenas segundos fue suficiente para que Rowan besara los labios de Adeline antes de continuar hablando: “Si es algo que quieres hacer…”

“Quiero hacerlo, Rowan.” Adeline sonríe ligeramente, abandonando su mejilla y tomando con cuidado la mano de su pareja.

“Entonces lo harás, y yo te ayudaré a lograrlo.”